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viernes, 10 de mayo de 2013

BUSCA TU PÁRRAFO Y CAMINA COMO UN EGIPCIO


Hace algunos años… no… no…, querido lector, más de los que estás pensando. Lo que quiero contar ocurrió antes de que empezara esta maldita crisis (Parece que llevamos en crisis un siglo, al menos, pero cierto es que hace unos 10 años nadie se imaginaba la que se avecinaba y todos vivíamos en la cresta de la ola. Cada cual a su nivel pero todos por igual).

Bueno, lo que iba diciendo… que hace algunos años en un viaje a Egipto, a una de las personas, que acompañaba a mi grupo en El Cairo, se le ocurrió preguntar al guía (egipcio) que si en el país había mucha corrupción. A decir verdad, no lo preguntó. Lo afirmó rotundamente y sonó muy mal. Dijo algo así como: “Aquí todo el mundo está "corrompido", verdad?”. El “verdad” sonó totalmente superfluo y más bien como cuando preguntamos en pleno mes de Agosto eso de “Hace calor ¿verdad?”.

He de decir que no recuerdo bien la respuesta del guía pero sí que obviamente intentó minimizar el impacto de la imagen de su país, aunque la señorita en cuestión, bastante maleducada, por cierto, siguió cuestionando el sistema judicial y político egipcio y sobre todo la desigualdad social y, aún más, de género, con el conocido sometimiento que padecen las mujeres en las culturas árabes y musulmanas.

A mí, cuanto menos, me pareció una pregunta fuera de lugar, ya que no hacía falta avergonzar al guía para salir de dudas, ya que hasta en la propia Necrópolis de Guiza, con las 3 pirámides de testigos, los policías egipcios te pedían dinero, a ver si por casualidad, el guía no había alertado a nadie que no hacía falta pagar por tirar fotos, algo que uno de los agentes intentaba explicar a un par de miembros de otro grupo, aunque éstos tampoco picaron.

Tampoco hacía falta preguntar mucho sobre el trato que recibían muchas mujeres egipcias, una vez que habíamos visto frente a nosotros en un restaurante, como una “supuesta” mujer metida dentro de un “burka” negro (se supone que mujer porque era imposible adivinar un cuerpo femenino debajo de semejantes prendas y porque, en todo el tiempo que estuvimos comiendo, nadie oyó hablar una sola palabra a lo que se suponía debajo de esas telas se escondía). Fue comentario de todos los miembros del grupo a la salida del restaurante porque realmente nos impacto ver que era tratada como un mueble más que decorara la mesa. Comía en silencio y no interactuaba con el resto del grupo, todos hombres, que mantenían una más que animada charla.
Por lo que, las preguntas al guía y con el tono que le fueron realizadas, estaban de más. Pero en aquellos momentos, una señorita maleducada podía exhibir su prepotencia sobre otro país, ridiculizando su sistema jurídico, legal, social y religioso, jactándose, con sus gestos y tono de voz, de venir de un país modélico donde se practicaba la igualdad y la justicia. O al menos ella lo creía así. Y aunque muchos otros, por las caras que pusimos, nos pareció que la pregunta estaba envenenada y la señorita en cuestión solo quería alimentar su ego de “niña bien”; tampoco poníamos en duda que aquello no tenía nada que ver con lo que conocíamos en nuestra España querida del alma.

Pero no ha pasado ni siquiera una década desde aquel viaje y hoy, escuchando una más de las noticias que nos atragantan el desayuno cada día, o más bien ya ni nos lo atragantan (que es lo peor de todo) porque ya no nos sorprendemos de casi nada de lo que pasa en nuestro país. Decimos un ¡Uyssss! en versión “light” o ¡Uy, pero éste también está metido hasta el cuello!.

No ha pasado ni una década, decía, y me he preguntado, de pronto, qué pensará esa “niña bien” de lo que nos pasa hoy y, sobre todo, si ese guía egipcio al leer las noticias internacionales (por internet porque la prensa está totalmente censurada) y leer sobre todos los escándalos que día tras día salen a la luz; no se acordará de esa “niña bien” o de otras que antes o después de ella, se atrevieron a hacer el mismo tipo de preguntas, y se reirá, para sus adentros o para sus afueras, a carcajada limpia y pensando aquello de que “vemos la brizna de hierba en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.

Porque está todo ya tan podrido que hasta casi ni nos huele. Dicen que cuando no lo hueles, debajo lo tienes. Y ahí está el quid de la cuestión. Debajo de cada piedra, de cada sombra, de cada hueco hay algo que huele muy pero que muy mal.

Y la sociedad ha cambiado completamente. Ya no existen las clases sociales. Ya no hay clase alta, media o baja. Y ya no hay estamentos políticos. No hay monarquía (aunque nos lo creamos), ni poder judicial, ni clase gobernante, ni nada que se le parezca.

España ahora se divide en cuatro grupos muy bien definidos:

1-Los corruptos listos, 2- Los corruptos tontos, 3- Los locos y 4- Los tontos.

1.- Los primeros son todos los que se están llenando los bolsillos, robando de donde sea posible a costa del esfuerzo del resto. A costa de nuestros impuestos. Son los qué se los siguen llenando y los qué lo seguirán haciendo. De entre todos estos hay algunos que han lo han dejado ya porque tienen tanto que han perdido hasta la motivación.

Unos pocos, los menos, han sido cogidos “in fraganti” y son portada de periódico y modelos de pasarela judicial. Pero a buen seguro que no les pasará nada porque para eso tienen a su servicio a los del 2º grupo.

2.- Son profesionales que han recibido una pequeña suma, irrisoria en comparación con lo que han robado quienes les pagan (que son los del párrafo de arriba) por hacer la vista gorda y, en su caso, desviar pistas o interpretar las leyes a favor de los corruptos (también los del párrafo de arriba). Y si no, siempre quedará “popá” o algún amigote secretario o similar (que se pasean igualmente por el párrafo de arriba) para poner una suma en el lugar conveniente para que el “profesional” incline la balanza de la ciega justicia del lado más beneficioso (que nunca suele ser el más beneficioso para los que vienen en los párrafos de abajo).

3.- Estos son del mismo estilo que los anteriores, pero no han sido sobornados por nadie. Lo que ocurre es que tienen el sentido de la justicia distorsionado y se piensan que “todo el mundo es bueno”, “que nadie tiene intenciones de fuga” o que “lo que aquí es blanco allí es negro y viceversa”. ¡Que se le va a hacer!!!. Hay tarados en todas las profesiones y más de uno en lugar de toga debería de llevar camisa de fuerza.

4.- ¿Querido, lector. Aún te preguntas quién está en este párrafo?. Rasca un poquito con el dedo en tu pantalla. ¿Sale algo? No, ¿Verdad?. Ahora haz lo mismo en una mano. Ráscate una mano con otra. ¿Notas algo?. Ahhhhhhhhhhh!!! Claro… ¿Qué esperabas?. Eres tú y unos cuantos millones más de españoles. Somos los tontos que aguantamos este circo y las victimas de los tejemanejes, de las fechorías y de las incompetencias de los del párrafo de arriba (sí, siempre son los de arriba).

¿Se puede entender, si no, qué una señora esté imputada de un delito, por malversación de bienes públicos, justamente por ser la esposa de otro señor, también imputado, y por figurar como apoderada; pero que, casualmente, la esposa del otro "señor" socio, que también está imputado, siendo igualmente matrimonio y estando igualmente apoderada  en las mismas sociedades; no haya sido  imputada finalmente, aunque el juez en primera instancia así lo dictaminara?.

¿Se puede entender que un señor estando imputado, se pueda ir a trabajar a un país (precisamente árabe, con todo mis respetos hacía la cultura árabe) donde casualmente no hay tratado de extradición y no se le retire el pasaporte?.

¿Se puede entender que un juez deje en libertad con cargos a dos individuos que se habían intercambiado a sus hijas (menores de edad) para abusar de ellas, con la connivencia de las madres?. ¿Qué ocurre que si estás en libertad con cargos no tienes capacidad para seguir violando?.

¿Se puede entender que el gobierno (socialista y popular, que ambos lo han hecho) concediera el indulto a varios individuos kamikazes que habían matado a otras personas en sus “locas carreras”?.

Y así una larga lista de indignantes “fallos” del sistema, que siempre pagamos los del párrafo 4. Porque las “niñas bien” nunca se despeinan, siempre huelen a perfume de “duty free” y nunca se les mete arena dentro de las zapatillas, aunque estén visitando en el desierto la única de las siete maravillas del mundo que queda en pie.

Hoy en día los españoles, más que nunca, debemos de cantar ese tema tan conocido de mediados de los 80 de The Bangles “Walk like an egyptian”. 



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